Historia

Pequeña historia de Can Xabanet

En 1942 el abuelo Lluís y la abuela siseta, que se dedicaba al negocio del vino, y llevaba mosto desde Masarac, vinieron del Empordà para abrir la fonda y negocio de vinos en Banyoles. Con el nombre de Hostal Can XABANET (el origen del nombre está en que un vaso de vino costaba un “chabu” antigua moneda).

Aparte de comer y dormir también había tienda de comestibles e incluso se podía cortar el pelo y arreglar la barba. En aquellos años de posguerra, y gracias a que siempre miraron que nunca faltas de nada el nombre cambió para "Rancho Grande" (por clamor popular).

Al principio dominaba el tema de los vinos, gracias a los orígenes de los abuelos, pero paralelamente la bisabuela Conxita se puso al frente de la cocina gracias a sus conocimientos de cocina ampurdanesa de toda la vida y logró sacar el negocio del restaurante adelante. La bisabuela empezó a dar las primeras nociones de cocina a Josep Cullell Renart quien después de ampliar sus conocimientos de cocina, trabajando en diversas cocinas del Empordà y del norte de Francia, se puso el año 1960 en la cocina del restaurante junto a su abuela Conxita.

En 1968 Isabel Canals Pedro se casó con Josep y así pasó a formar parte de la plantilla de este negocio familiar. Josep en la cocina y Isabel en la tienda de comestibles y en el comedor atendiendo a los clientes y mejorando el servicio.

Con el tiempo se recuperó el antiguo nombre de Hostal Can Xabanet.

Josep y Isabel tuvieron dos hijos: Joan, después de terminar sus estudios de Turismo y de Gestión Hostelera, en 1988 se incorporó al negocio familiar especializándose en la parte de contabilidad y gestión, comedor y restaurante . Sin embargo, Pep después de terminar sus estudios de Hostelería y de Turismo, en 1989 se puso el lado de su padre en la cocina del restaurante.

Parte del éxito de nuestro establecimiento, aparte de la calidad de la comida, es gracias al personal que tenemos desde hace más de 15 años (el que menos tiempo lleva con nosotros).

Nuestro local que era una casa que con el tiempo se había envejecido y en la que no se podía hacer grandes reformas por un contencioso, nos obligó finalmente a abrir una calle por medio del establecimiento. Por tanto, y después de dos años en el exilio, tenemos un local nuevo, con una nueva imagen, más moderna, práctica y adaptada a los nuevos tiempos. Pero la comida y el trato familiar no han cambiado. ¡Somos los mismos pero con traje nuevo!

Muchas gracias a todos aquellos clientes que durante años ha confiado y confíe en nosotros, y esperamos que esta relación dure muchos años más.

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